miércoles, 27 de junio de 2012

Anotaciones al margen


    Hago estas anotaciones al margen del libro que estuve leyendo hasta el momento en que se apagaron las luces. A veces uno cruza, sin darse cuenta, puertas que no debe cruzar. Desconozco dónde me encuentro, qué conjuro secreto he evocado de estas páginas me hizo llegar aquí, sólo sé que es un lugar oscuro y ceniciento. Mis pasos hacen eco en paredes que no alcanzo a ver y los crujidos de las tablas por las que camino sugieren ideas retorcidas.
     Siento en la piel roces como de arañas. Contengo la respiración y quedo quieto para desestimar que es mi propio aliento el que me incomoda, pero confirmo la verdad más terrible: hay alguien más hay cerca de mí, acosándome.
     En momentos como éste no me atrevo a preguntar por quién anda ahí, ya que no conviene escuchar una respuesta. Es inútil abrir más los ojos, me presto al juego de siluetas y calaveras que sugiere el terror que estoy padeciendo. No tengo el valor de gritar, sólo quiero cubrir mi espalda hasta que se filtre por algún resquicio la luz del sol o esos fantasmas me lleven al otro mundo.
     Una voz grave, como de juez, murmura mi nombre a cada rato, y un resplandor verdoso dibuja el contorno de una puerta. Quizá esta prisión negra sea el purgatorio de culpas que no he asumido, o una pesadilla que evoca mis deseos más absurdos, pero si alguna persona de buena voluntad entiende lo que acabo de escribir, deseo que le comunique a mis seres queridos que estuve pensando en ellos hasta el final. Adjunto a estas páginas mi documento.

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