miércoles, 9 de abril de 2008

No hasta que por fin me haya mordido

No hasta que por fin me haya mordido; no parará de angustiarme. Miro por el ventanal. Fria, oscura, solitaria, como tantas otras noches.
Las calles vacias.
Siento pena por ella y un escalofrio me recorre todo el cuerpo al pensar en su situación, al ponerme en su lugar de tal forma que quiero integrarme. Abro la puerta y quedo paralizada; parece una boca que llama a morder. Tengo algo que perder? Al contrario. Puedo terminar con todo gracias a su mordisco.
Doy un paso hacia delante, dejando la agorafobia a mis espaldas y siento... Libertad!!!

María del Carmen Serrano Vargas

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