lunes, 14 de abril de 2008

Arrodillado en la esquina

Aquél niño era yo, arrodillado en la esquina, pidiendo limosna, esperando el fin del mundo con una sonrisa: algún día Dios iba a venir para llevarse a los buenos y destruir a los malos.
Una vez llegó al lugar un hombre delgado y vestido con una pobreza solemne, me sonrió, sacó un revólver de su sobretodo y me mató.
Ese hombre soy yo.

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