REGRESO
Regresa por unos segundos a su casa, tan solo para sentarse a la mesa como lo hacía cada noche. Recorre cada una de las habitaciones con la mirada, deseando tomar coraje y enfrentar por última vez a sus hijos, pero nada consigue. Todo estaba perdido: la carne, el tiempo, la voluntad.
— Adiós —dijo, y crujió la madera de alguna puerta—, nos vemos en otra vida.
De repente, la luz del baño se encendió, y una sombra pequeña y encorvada susurró con la voz humedecida:
—¿Querido? Volvé a la cama que hace frío.
EL SÁTIRO
Luego de trastabillar con el último escalón, logra introducirse en su casa, aún agitada se cuelga del picaporte y mira por el ojo de la cerradura. En fin, se refugia del sátiro que cada tarde la persigue, y espera que, de un momento a otro, él aparezca frente a la puerta y la derribe de un golpe, o varios. Y mientras recupera el aire, acaricia con la punta de los dedos el borde de sus labios temblorosos.
Pero el sátiro pasa de largo, corriendo a los saltos como suele hacer. Ella, enfurecida, sale, se para en el jardín con los brazos en jarra y agrandando los ojos aún más, grita:
—¡Aquí, macho! ¡Aquí!
Imágen
2 comentarios:
Seguro a más de una le ha pasado!! :-)
A más de uno también!!!
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