Cuánta cábala y vudú ha perdido la pulpa por uso y costumbre de aquél que los profesa. Cuánto ritual se abandonó por dudar del poder de la fé en un círculo de arena y sangre ajena.
Miro el reloj en la aparente tranquilidad de mi habitación. Si las agujas coinciden pido tres deseos: "salud, amor y pan", como todo el mundo que abre en su día un tajo a la coincidencia.
Salud, a la sombra de la conciencia de los excesos.
Amor, devenido en lujuria a la vigilia.
Pan, para hacerme el humilde...
Quien tiene la humildad de humillarse ante el destino, merece la carencia de todo lo que pide, porque el Destino no existe y el fin es la Muerte.
Descarto mi ritual de hoy pero no soy el mismo que mañana.
No más arañas que tejen entre mis dedos con agujas de reloj.
Los deseos de alguien más mataron a un pibe, y no se dió cuenta cuando pidió "calma."
No hay comentarios.:
Publicar un comentario