sábado, 28 de junio de 2014

Breves de Drul (Andrea Colombo)



Esta noche vi llover.

El agua entraba por mis manos y anegaba los sentidos.  Perdida, perdida estaba.

La mañana de pantanos se hace tibia, sin la plaza, los charcos, lo que he dejado.

Los gigantes miran atentos, no hay descuido. Se revolucionan en las ganas de violarme, de meterse en mi cabeza y tomarla, de sacarla a pasear por las noches malas que he tenido, de ponerme delante del auto que no frena, de matarme de risa absurda y dejarme obsesionada en el vertigo de las veredas y las lineas rotas, de las escaleras, las toallas, el polvo. Ida en las pieles que cambio, en la sangre que no pierdo porque estoy vacia, en el nido que no será, la mujer que me quiere, el orgasmo que no llega, el llanto atragantado.. el elefante disfrazado que pasa a mi lado sin verme como Abraxas, como Odin, como Tadzio, como las manchas negras de sus ojos, como la lluvia que entra por mis ojos y anega mis sentidos sin mojarme.


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Morbosa. Eso soy a veces, una mujer que quiere romper con todo, entonces transformo a las personas en fantasmas y las traspaso. Atravieso personas como si fueran agua. Me les meto por los ojos, por la boca, por las manos, abro a las mujeres como puertas y las cruzo. En esos momentos carezco de nombre y de alma, o tal vez el alma que aparece sea mas humana y mas ajena.

Puedo estrujar un corazón, un hígado o un útero, puedo morder y masticar a una mujer, puedo devorarla como quiera, dormirla, despertarla y volver a devorarla.

A veces el morbo me lleva al daltonismo, puedo traducir todo cuanto veo a mi lenguaje gris, puedo hacer de las palabras y las formas el monocromo sugestionador más importante, puedo pensar en los años que le regalé flores a una mujer que era mía y después de muerta pensar que nunca le pregunté si le gustaban. Puedo permitirme pensar una y otra vez lo fácil que seria matar y lo mucho que lo he hecho.

Revivo a las personas y las amo para violarlas como quiera. Así también puedo violarme y matarme, puedo ser lo que pienso y temerme o no.

La Sra. Robinson nunca se cansa, a pensar que la Gorgona apaga sus ojos lentamente, al momento del regreso un rayo de luz revoluciona los sentidos. La Sra. Robinson queda en el olvido, la Gorgona queda sumida en el punto negro de sus ojos por donde me metía hasta su alma. La Diosa hace silencio y su lengua universal pasa a ser mi voz.

Puedo ver mis párpados escritos por dentro, mil puteadas se amontonan y millones de palabras me describen pero ninguna me convence.

Los objetos cobran vida en el conocimiento, en el recuerdo de la niñez, nada es mas real que el dolor, nada es mas real que una máquina que nos tritura un dedo, nada es más real que esa máquina, soy esa máquina y puedo triturar desde ese nuevo lugar todo cuanto quiera, incluso mi alma.

En la hora que el sueño llega pienso en las personas del día y siempre una permanece toda la noche, a ella puedo besarla.

Las personas que aparecen en la mañana son las del futuro, son las que morderé en sueños sin pedirles permiso.

Se lo que va a pasar, una gorgona abre los ojos y me petrifica, solo tengo que esperar el día en que pueda mover mi mano y decir las palabras que nadie espera porque dan miedo. Yo las tengo todas y son increíbles.

Sale el sol tibio como si Tadzio caminara por la playa y yo pudiera verlo. Varias mujeres se cruzaron como él ante mis ojos.

El posible olor de su pelo hace que me retuerza en la necesidad de no dejarla ir, de salir a buscarla y raparla con la mente. Reconozco que estoy enredándome por dentro y que nada me es mas agradable de ver que sus ojos.

Ahora rechazo todo cuanto alguna vez amé demasiado y no quise dejar ir, todo se marchó sin pausa, el duelo ha durado todos estos largos años donde no hago mas que recordar lo feliz que era, lo agradable del verde cuando era mío y cuando nadie podía negármelo. Eran los carquejales las piernas de mi mujer, de cualquier mujer que hubiera amado, hoy están lejos sin quererlo. Pocas cosas se comparan hoy a las piernas de una mujer, Tadzio, la inimaginable muerte en Venecia, el posible olor de su pelo, el orgasmo reprimido y la palabra perfecta en el momento perfecto.

Habiéndose roto el círculo más pequeño, como si de una violación al mismísimo mundo se tratara, quede estática, todo cobrará movimiento porque la mayoría de las cosas suelen moverse solas, y ahí estaba yo, lo único que podía mover era el sentimiento de estar abandonada para siempre, pero esta vez el para siempre no seria su próxima carcajada, este era el para siempre que habíamos negado, vida y muerte de por medio. El círculo se ha roto antes de poder decirle todo lo que he pensado, tal vez se ha roto porque no ha sido necesario que yo hablara. Mil veces puta. Mil veces se merecerá el infierno por haber dejado atrás tantas vidas.

El universo amigo es tan complejo que a veces lo detesto, ahí aparecen futuros posibles olores y las visiones de tomar un té y leer sentada en una cama que no es la mía. El universo amigo está regido por leyes que nadie entiende, leyes que se ocultan dependiendo de las personas; yo tengo leyes que puedo derribar con dos palabras, después de eso solo debería sentarme a ver como caen los castillos o como mueren los elefantes. Entonces me invaden el silencio y los elefantes, y los castillos me hacen sombra. Mi silencio solo es una pauta para que el silencio de otro me asegure seguir con vida. En este universo mi caída haría suficiente ruido.

Así está mi pensamiento jugando con los números de las calles, buscando la puerta en la que deseo sentarme sin frio a esperar la mañana.

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