Esta noche vi llover.
El agua entraba por
mis manos y anegaba los sentidos.
Perdida, perdida estaba.
La mañana de pantanos
se hace tibia, sin la plaza, los charcos, lo que he dejado.
Los gigantes miran
atentos, no hay descuido. Se revolucionan en las ganas de violarme, de meterse
en mi cabeza y tomarla, de sacarla a pasear por las noches malas que he tenido,
de ponerme delante del auto que no frena, de matarme de risa absurda y dejarme
obsesionada en el vertigo de las veredas y las lineas rotas, de las escaleras,
las toallas, el polvo. Ida en las pieles que cambio, en la sangre que no pierdo
porque estoy vacia, en el nido que no será, la mujer que me quiere, el orgasmo
que no llega, el llanto atragantado.. el elefante disfrazado que pasa a mi lado
sin verme como Abraxas, como Odin, como Tadzio, como las manchas negras de sus
ojos, como la lluvia que entra por mis ojos y anega mis sentidos sin mojarme.
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Morbosa.
Eso soy a veces, una mujer que quiere romper con todo, entonces transformo a
las personas en fantasmas y las traspaso. Atravieso personas como si fueran
agua. Me les meto por los ojos, por la boca, por las manos, abro a las mujeres
como puertas y las cruzo. En esos momentos carezco de nombre y de alma, o tal
vez el alma que aparece sea mas humana y mas ajena.
Puedo
estrujar un corazón, un hígado o un útero, puedo morder y masticar a una mujer,
puedo devorarla como quiera, dormirla, despertarla y volver a devorarla.
A
veces el morbo me lleva al daltonismo, puedo traducir todo cuanto veo a mi
lenguaje gris, puedo hacer de las palabras y las formas el monocromo
sugestionador más importante, puedo pensar en los años que le regalé flores a
una mujer que era mía y después de muerta pensar que nunca le pregunté si le
gustaban. Puedo permitirme pensar una y otra vez lo fácil que seria matar y lo
mucho que lo he hecho.
Revivo
a las personas y las amo para violarlas como quiera. Así también puedo violarme
y matarme, puedo ser lo que pienso y temerme o no.
La
Sra. Robinson nunca se cansa, a pensar que la Gorgona apaga sus ojos
lentamente, al momento del regreso un rayo de luz revoluciona los sentidos. La
Sra. Robinson queda en el olvido, la Gorgona queda sumida en el punto negro de
sus ojos por donde me metía hasta su alma. La Diosa hace silencio y su lengua
universal pasa a ser mi voz.
Puedo
ver mis párpados escritos por dentro, mil puteadas se amontonan y millones de
palabras me describen pero ninguna me convence.
Los
objetos cobran vida en el conocimiento, en el recuerdo de la niñez, nada es mas
real que el dolor, nada es mas real que una máquina que nos tritura un dedo,
nada es más real que esa máquina, soy esa máquina y puedo triturar desde ese
nuevo lugar todo cuanto quiera, incluso mi alma.
En
la hora que el sueño llega pienso en las personas del día y siempre una
permanece toda la noche, a ella puedo besarla.
Las
personas que aparecen en la mañana son las del futuro, son las que morderé en
sueños sin pedirles permiso.
Se
lo que va a pasar, una gorgona abre los ojos y me petrifica, solo tengo que
esperar el día en que pueda mover mi mano y decir las palabras que nadie espera
porque dan miedo. Yo las tengo todas y son increíbles.
Sale
el sol tibio como si Tadzio caminara por la playa y yo pudiera verlo. Varias
mujeres se cruzaron como él ante mis ojos.
El
posible olor de su pelo hace que me retuerza en la necesidad de no dejarla ir,
de salir a buscarla y raparla con la mente. Reconozco que estoy enredándome por
dentro y que nada me es mas agradable de ver que sus ojos.
Ahora
rechazo todo cuanto alguna vez amé demasiado y no quise dejar ir, todo se
marchó sin pausa, el duelo ha durado todos estos largos años donde no hago mas
que recordar lo feliz que era, lo agradable del verde cuando era mío y cuando
nadie podía negármelo. Eran los carquejales las piernas de mi mujer, de
cualquier mujer que hubiera amado, hoy están lejos sin quererlo. Pocas cosas se
comparan hoy a las piernas de una mujer, Tadzio, la inimaginable muerte en
Venecia, el posible olor de su pelo, el orgasmo reprimido y la palabra perfecta
en el momento perfecto.
Habiéndose
roto el círculo más pequeño, como si de una violación al mismísimo mundo se
tratara, quede estática, todo cobrará movimiento porque la mayoría de las cosas
suelen moverse solas, y ahí estaba yo, lo único que podía mover era el
sentimiento de estar abandonada para siempre, pero esta vez el para siempre no
seria su próxima carcajada, este era el para siempre que habíamos negado, vida
y muerte de por medio. El círculo se ha roto antes de poder decirle todo lo que
he pensado, tal vez se ha roto porque no ha sido necesario que yo hablara. Mil
veces puta. Mil veces se merecerá el infierno por haber dejado atrás tantas
vidas.
El
universo amigo es tan complejo que a veces lo detesto, ahí aparecen futuros
posibles olores y las visiones de tomar un té y leer sentada en una cama que no
es la mía. El universo amigo está regido por leyes que nadie entiende, leyes
que se ocultan dependiendo de las personas; yo tengo leyes que puedo derribar
con dos palabras, después de eso solo debería sentarme a ver como caen los
castillos o como mueren los elefantes. Entonces me invaden el silencio y los
elefantes, y los castillos me hacen sombra. Mi silencio solo es una pauta para
que el silencio de otro me asegure seguir con vida. En este universo mi caída
haría suficiente ruido.
Así
está mi pensamiento jugando con los números de las calles, buscando la puerta
en la que deseo sentarme sin frio a esperar la mañana.
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