viernes, 18 de mayo de 2012

La sombra

    Mi insomnio será mi  mejor aliado contra una noche como esta, Dios no escucha mis plegarias y se aleja de las velas. En cambio otras voces me responden, los sauces familiares murmuran mi nombre a la ventisca y la madera de los muebles cruje en su idioma roedor. El perro, acurrucado y ansioso sobre el viejo edredón, gira su cabeza hacia la entrada y comienza a mover la cola de repente porque algo más escucha.
    Una sombra pasa sin detenerse, quizá sea una ilusión secuela del cansancio que dejó un día difícil, mi imaginación juega con las figuras esbozadas por la lumbre a merced del viento, puede ser que yo mismo al recordar la convoco.
    La espera a un nuevo incidente se hace opresiva, hasta que el inconfundible tintineo de la vajilla en la cocina, murmullos y pasos arrastrados desde otro mundo anuncian lo que cada noche como esta ocurre.
    No quiero verla así, que se pare frente a mi cama y acaricie mi nariz mientras se lamenta, como la última vez. Pero me resigno, cierro la puerta del cuarto con los ojos mojados susurrando para mí mismo: Que descanses, mamá…


2 comentarios:

Nedda González Núñez dijo...

Son las sombras que acechan "desde la fingida inocencia del pasillo"
Las sombras que pueden transformar los recuerdos en cosas mucho más oscuras.

Claudio Siadore dijo...

Así es Nedda, y viceversa! gracias por pasar!!