domingo, 18 de septiembre de 2011

PEQUEÑECES


 Recreo.


  Jugó a la pelota entre los girasoles, se escondió de su padre tras el tractor, leyó historias en las estrellas, y rió, hasta dormirse rió.
  Cuando despertó se miró al espejo. Barba, calvicie y su boca pronunciando:
  “¡Hasta luego, papá!”, entonces fue a trabajar con una sonrisa.



No pisar el trébol.



  Los tréboles de cuatro hojas traen un duende obediente colgado del tallo, pero son tan ordinarios que en vez de buscarlos los pisamos.




 La Presencia.



   De contorno delicado y con un zumbar como de abejas se presentó en el camino de la montaña frente a Sara, que dio media vuelta sin pensarlo. Está claro que ante las advertencias de un hada, uno debe regresar por donde vino.

  Al otro lado de la peña, Ani miraba la maravilla y se arrodillaba rezando sus “Avemarías”. La Virgen, luminosa e imponente pronto le daría una mensaje apocalíptico.

  Trepando y desde arriba, Juanjo vio la luz informe turquesa. El portal dimensional era como en las películas.

  Carmen, llorando de emoción, lo filmó con las interferencias típicas. El círculo dorado que rodeaba la cabeza era la escafandra de un extraterrestre que nos viene a rescatar.

   Lejos estaba Mateo con sus binoculares, mirando el fenómeno telúrico.

Horas después, el terremoto se hacía sentir.

5 comentarios:

Paloma Hidalgo dijo...

Me encanta ese trébol con morador incorporado!! tendré más cuidado desde ahora mismo...

Y discrepo, no son pequeñeces,son grandes historias en minifalda!!

Un saludo

Claudio Siadore dijo...

Muchas gracias Paloma. Ya va siendo hora de que mis minis se pongan los pantalones! no aprenden más.

montse dijo...

Las pequeñeces suelen ser más complicadas, complejas y hermosas que su contrario. Muy buenas las tres.

Claudio Siadore dijo...

Muchas gracias Montse. Por pasar y por las palabras.

ODA (María del Carmen SV) dijo...

Que encanto de recreo...