El sol cocina lagartos sobre la ruta, y yo soy un lagarto
más. Las rocas calcinadas son tumbas anónimas de quienes no quisieron volver,
hay una reservada para mí. Pero hasta ahora, sobre esta Jawa, mi espíritu rugió
su libertad.
Lejos del deseo espera mi piel humana, colgada en una
oficina, en cruces, en manos que no son mis manos. Su olor podrido llamó a los buitres
que me acompañan, mientras otros buitres se impacientan sentados tras
escritorios. Para ellos son mis tripas inflamadas de placer.
Vuelvo del mar y del bosque, hacia el Infierno al que el
sacerdote me ha confinado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario