La llave quedó trabada en la
cerradura, que no era la misma de siempre.
—¡Te vas! —me dijo, y permanecí frío en su remolino.
La primavera descosía vestidos de
novia en las cortinas. Sería un buen augurio para ella.
—¡Inservible! —cada manotazo y cada insulto me traía una
foto de los tiempos felices.
—¡Idiota! —el primer beso que me regaló.
—¡Fracasado! —el barquito en el cuadro del hotel Mayo.
—¡Podrida estoy! —bajo el pino, planeando maravillas de
siete vidas juntos.
—¡La que te amó fue otra! —su sonrisa cada vez que le
cocinaba huevos fritos.
Pero su lengua cortaba las
páginas de nuestra historia y mi carne en otras láminas pequeñas, virutas de cobre.
—¡Cornudo!
Al final, la dulce brisa me llevó
flotando, impreso en una foto de cuando bailaba con ella. Y me retiré sin
desearlo, por el espacio que dejó libre la llave trabada en la cerradura.
7 comentarios:
Es increible cómo has clavado la intensidad, la rabia de ella y la decepción de él.... Muy bueno.
Gracias Montse, siempre tan amable. Un abrazo grande.
No es amabilidad. Me gusta, lo único que siento es no saber explicarme mejor.
Montse, muy amable por tomarte el tiempito para ver y comentar. El comentario se entendió perfecto, muchísimas gracias!
Que fuerte... plasmas perfectamente el cambio del antes y el después;la rabia y resentimiento de ella y la nostalgia de un tiempo mejor de él.
Noto que últimamente estás inspirado. Bien.
coraje y desilucion, bien marcadas.... me gusto
pajari-to
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