viernes, 17 de junio de 2011


FRACASADOS, MASTICADOS Y ESCUPIDOS.


SAINETES.


Desde entonces escribo sainetes con su sangre y mis lágrimas, tendido entre los polvorientos paneles de un teatro abandonado, ensombrecido por carcasas oxidadas de teléfonos, sobre la costra dejada por gusanos en los platos de la mesada fúnebre.

De nada sirve mi vida ya, si no es para consolarme con destinos de menor sentido que el mío.


CONCLUSIÓN.

He concluido el cuento, intrascendente como de costumbre. Aunque en apariencia faltaba algo que, cuando veía su esquema, una niebla pantanosa parecía manar de entre sus líneas. Decidí dejarlo, inspirar la misma incertidumbre y pesadez a quien lo leyera.

Pero desde entonces me sorprendí cada tarde al sentir que ciertas cosas palpitaban ante mi presencia. La rajadura de la ventana, lo que hay bajo los cerámicos del lavadero, la tapa del cesto de basura, susurraban eso que no había en mi escrito, aún así no lograba comprender.


Comencé a interactuar con todo lo que llamaba mi atención a través de ese espasmo, y así llegué a escupir sangre a los muros, fornicar con libros y matar perros clavándoles trozos de espejos que rompí.


Una noche triste, mientras cabeceaba, apareció a los pies de mi cama eso que tanto había buscado. Lo reconocí a simple vista, redondo, opaco y pequeño, pero a medida que se acercaba se mostraba amorfo y cada vez más profundo, como un pozo flotante en la estancia. Impaciente, adelanté mis brazos para alcanzarlo, y ya todo tuvo ese punto final.


LUCHA POR LA LIBERTAD.

Acabé por eliminarla, con la creencia de haber sido un hombre libre, contra millares de ilusionistas y guerreros blasfemos. Llegué hasta aquí combatiendo desguarnecido, cerrando los ojos en la oscuridad, y conjuré al destino sin leer los sortilegios.

Me atreví a dudar entre el presagio confuso y la profecía funesta, pero debía honrar aquello que los próceres de antaño consiguieron. Y al fin abrí el portal blandiendo mi funda sin la espada.

Me esperaba la torre firme, lacrada, velada desde sus almenas. Yo, que de derrotas sabía, con un mandoble eché mi sufragio por la ranura, y mi libertad, que agonizaba, murió con él.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Este trío de micros est´bueno desde el título (a pesar de que ahí diga 'Sin título')

Conclusión: Brutal!

Un abrazo amigo

Paloma Hidalgo dijo...

Tienes buenas ideas, las manejas a tu antojo desde el primer momento y eso engrandece tus escritos. Me gustan.

Saludos!!

Claudio Siadore dijo...

Y comentarios así, de dos escritoras como ustedes me engrandecen a mí. Muchas gracias!!