Nadie se acercaba a Mutti, el olor a queso rancio que despedía de sus pies alejaba al más robusto de los filántropos. Su hija hizo varios intentos para llevárselo a casa, pero él no quería molestar a nadie, y en la casa no estaba quien quería.
No esperaba piedad ni odio, no esperaba nada, dormía en el jardín del Policlínico, junto a los perros.
Tenía el cuerpo curtido, la ropa engrasada, y los ojos en otro plano. No era inteligente, ni tuvo talento para nada, hablaban de él como algo que debía desaparecer, y le hacían bromas con su higiene. Él reía haciéndose el inocente, para no llorar. La chusma teme a la miseria, y eso lo sabe hasta el último de los vagos.
Una madrugada de invierno habían despertado a Mutti los guardias, y arrastrando sus bártulos se sentó frente al kiosco, frente a mí. No bebió café aunque la ocasión lo ameritaba, simplemente se quedó sentado, abrazándose, con la vista enajenada.
Una mujer aparecida de la nada, se acercó a él, tenía en sus manos una bolsa de plástico y lo abrazó, no me lo han contado, éramos tres en el jardín y nadie más, yo la vi mientras le daba de comer y él decía “no” con la cabeza, sonriendo con los ojos resucitados, frotándose el pecho. Ella lo miraba con ternura y le hablaba al oído, yo afinaba la vista para adivinar palabras. Entonces dejó la bolsa y un beso, se levantó y se fue.
Él se quedó mirando, parecía esperar a que ella volteara. Esperó en silencio, yo lo miraba, nadie había quedado más que él y yo.
Los ojos se le ensombrecieron, pero continuó frotándose el pecho. Luego se quitó la ropa. Un enfermero que salía por la puerta lo vio, y entró al hospital, raudo, pues había leído el síntoma.
Mutti se echó para atrás abriendo los brazos. Los enfermeros llegaron justo a tiempo con la silla de ruedas. Mutti ya estaba muerto.
Sin embargo yo buscaba con la vista, esperando que ella vuelva. Podría ser un cuento de hadas, pero yo también la había visto, no me hablaron de esa mujer que él esperaba contra el tiempo y el abandono, aguantando su propia vergüenza por amor, hasta que por fin llegó la paz del beso que lo liberó.
2 comentarios:
Ostras!Que reflejo tan abstracto de la Navidad.Impactante.Mk
Gracias Mariii! Dale a ese blog y no te quedes!!!!
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