miércoles, 20 de junio de 2007

Necrologia (por Gloria San Miguel)


Aterrador suspiro,/ que de cuando en cuando me logras pronunciar,/

 danzante cual rechazos patentes / en el calor onírico de tu piel.
A ti, emergen desde mi diabólica presteza/ un millón de besos encanijados,/ envueltos en confituras.
Regálame hoy tu preciosa melancolía,/ la palidez absolutoria de una noche lacerada.
Desde mi alucinado lecho,/ pospondré otros placeres fatigantes/ hasta el día en que,/ por inercia o por impulso/ mi recuerdo te custodie,/ exigiendo entre tus dedos mis cabellos dilatados.
Te suplico, vil criatura/ por concepto inconcebible,/ empapar mi solidez/ con un tácito presagio/ que embadurne los enseres/ con la sangre de mis tiempos.
Y aunque la lluvia apeste,/ y las confusas llamas de tu alma decrezcan en mi nombre, / me ames sin funestas ataduras,/ sin reparos ni razones,/ entre millonarios impedimentos/ y lascivos componentes del recuerdo.

Por que yo ya lo estoy haciendo,/ y no importan/ los espantosos designios del destino. No importa que tus brazos,/ signos viriles del encanto/ ni que tus labios entreabiertos/ desaten las pesadillas que componen la soledad. Jamás retiraré mi corazón doliente/ de las noches y del féretro/ que te llevaste con los pies.

Mefistofélico pasado,/ es mi holocausto a tu final.

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